Estrella de
mi cielo, idílica princesa, sin ti el sol no es más que vapor sofocante y la
noche se torna oscura y vacía de tu resplandor, mientras tus pisadas avanzan mi
alma se quiebra, ¿Por qué has tomado mi amor como moneda usada a tu
conveniencia?
Lo que antes
fue mi alma devotamente entregada paso a ser triste cenicero de tus penas
lloradas, tan desechable como cualquier ornamento que por un tiempo anduviste
orgullosa y hoy solo te pesa.
Mas, ¿Quién?
luna preciada, ¿Quién podrá levantar este paño de tus lágrimas que ahora tiras
al vacío?, dime si hay alguien que saque del pecho tu filosa espina y sane
tiernamente mi costado.
Ahora me
desprendes de ti para dedicarme el más
cruel de los olvidos, al final de todo estas palabras terminaron siendo aquel
mantel de tu mesa que tiraste al basurero.